jueves, 8 de diciembre de 2016

Ampurias: los griegos llegan a la Península

Hasta el momento en nuestras entradas hemos hecho referencia a cómo fue el proceso colonizador griego en las áreas de la península italiana y la isla de Sicilia, pero esta semana haremos una inmersión en una nueva zona geográfica, la Península Ibérica, la parte más occidental del Mediterráneo en la que se asentaron los griegos, donde estos establecimientos se caracterizan por presentar grandes diferencias en comparación con los que se produjeron en las otras áreas del Mediterráneo  (Santos et al. 2013: 103).

En el s. VIII a.C. es cuando tuvo lugar a lo largo de la Magna Grecia y Sicilia la llegada y el establecimiento de poblaciones griegas, aunque en este momento parece que la Península Ibérica se mantuvo al margen de este proceso, donde  no fue hasta bastante tiempo después en que se desarrollaron unas colonias griegas en el lugar, concretamente, a lo largo del s. VI a.C. A pesar de este hecho, la arqueología ha permitido conocer la existencia de artículos de origen griego en el territorio peninsular pertenecientes a esta cronología tan temprana, los cuales son poco numerosos, al ser el resultado de un comercio irregular, y aparecen en contextos indígenas o fenicios. Los especialistas consideran que su llegada no se debió producir a través del mercado regular griego, sino que lo más probable es que estos materiales de producción helénica se introdujeran a través de los comerciantes fenicios, que estaban realizando intensos y fructíferos intercambios con los griegos en la zona del Mediterráneo Central. Estas producciones adquirieron un valor intrínseco y simbólico en los ambientes peninsulares del s. VIII a.C. (Domínguez 1996: 19 – 20; Lombardo 2002: 74).

Es a partir del s. VI a.C. en que se produce un auge en la presencia de estas elaboraciones griegas en la Península, que aparecen especialmente en las áreas costeras, además este aumento podría atestiguar la presencia del comercio foceo como tal en este territorio, aunque no se puede descartar que estos productos continuaran llegando a través de los fenicios. Estos objetos tienen tendencia a concentrarse en las desembocaduras de los ríos Segura, Ebro y Llobregat, así como en el Ampurdán. Esta distribución da una cierta pauta de cuales fueron los sitios principales que interesaron a los griegos de origen foceo para establecer su red de puntos de comercio en el Mediterráneo, donde es visible que en la zona del Golfo de Rosas  hay una cierta predilección, ya que es donde se han localizado una abundancia y variedad de estos materiales  (Domínguez 1996: 47; Lombardo 2002: 74).

A pesar de estas actividades de interacción e intercambio de las que son testimonios, las importaciones no parecen haber dado lugar a la fundación y el desarrollo de asentamientos helénicos estables, excepto en el norte de Cataluña en una área que queda bajo el horizonte massaliota. Sí que es verdad que las fuentes clásicas hacen referencia a la existencia de diversos establecimientos permanentes de origen griego a lo largo del litoral peninsular, aunque a través de la arqueología no se ha podido corroborar su existencia, con la excepción de Ampurias que junto a Rosas son los únicos asentamientos griegos identificados con certeza, los cuales conocemos tanto a través de las fuentes clásicas como la arqueología. Los estudios arqueológicos realizados durante las últimas décadas en la ciudad griega de Empórion han permitido profundizar, interpretar y conocer mejor las etapas más antiguas del enclave foceo en el extremo meridional de la bahía de Rosas (Almagro 1948: 38; Lombardo 2002: 75 -  76 – 77; Santos et al. 2013: 103).

El establecimiento griego de Ampurias se localiza en el noreste peninsular, en el Golfo de Rosas, en la provincia de Girona.  El núcleo originario  presenta una ubicación estratégica en un pequeño islote sobre un antiguo promontorio cercano a la costa, donde ocuparon una pequeña superficie de 300 m. A través de los testimonios transmitidos por Estrabón (III, 4,8) se ha podido conocer que este primer enclave fue identificado con el término de Palaiápolis «ciudad antigua», el cual se encuentra bajo el actual centro urbano de San Martín de Ampurias, lo que ha dificultado en muchas ocasiones su estudio  (Almagro 1948: 38; Santos et al. 2013: 103).

Plano esquemático de la Palaiápolis de Emporion
(Almagro 1964: 9)
El litoral emporitano con el paso del tiempo ha sufrido grandes transformaciones, por lo que hoy en día es muy diferente a cómo debía ser en la antigüedad, aunque por medio de las fuentes clásicas en las que aparece descrito el aspecto que debía presentar el territorio, se ha podido conocer que se caracterizaba por ser un lugar favorable para la navegación de cabotaje, debido a su puerto natural; y que en la área de Empórion destacaba la calidad de la tierra, la cual era muy fértil,  características que debieron favorecer la consolidación de un núcleo portuario indígena  y el posterior establecimiento de los foceos en esta región, ya que  por un lado tenían la posibilidad de explotar recursos agrícolas y de llevar a cabo una actividad comercial basada en la exportación e importación de productos. Además, era un espacio próximo a la desembocadura de los ríos Fluvià y Ter, que garantizaba el agua potable y el acceso a las tierras del interior por la vía fluvial. Aunque, posteriormente, los colonos se establecieron en una región más al sur de la Palaiápolis, donde desarrollaron su núcleo definitivo (Domínguez 1996: 70; Oller 2009: 193; Santos et al. 2013: 103).

Ubicación de la Palaiápolis respecto a la Neapolis
(Almagro 1964: 6)

Seguidamente, en lo que se refiere a la procedencia de los colonos que llevaron a cabo la fundación de Ampurias no se observa un consenso  entre las fuentes clásicas. Por un lado, autores como Plinio (3. 14) o Tito Livio (34. 3) afirman que  esta acción fue realizada por colonos originarios de la región griega de Focea (Asia Menor), los cuales fundaron Ampurias a la vez que otro grupo de foceos  establecieron Massalia. En cambio, otros autores como Estrabón (3. 4) defiende que Empórion es el resultado de una fundación realizada por los focenses que se habían establecido en Marsella con anterioridad; esta  última es la propuesta más aceptada entre los especialistas (Santos et al. 2013: 105).

Por otro lado, los especialistas que han analizado este yacimiento consideran que el asentamiento griego que se realizó en la  Palaiápolis no se correspondería con una propia apoikia, sino que más bien habría consistido en un enclave de ocupación temporal que habría desarrollado la función de emporion, ya que reuniría las características idóneas que los foceos buscaban para el establecimiento de sus empresas marítimas y comerciales.  Consideran que  el carácter comercial de este pequeño territorio también es visible en el topónimo de la ciudad Empórion.  En griego ἐμπόριον significa  «mercado» o «lugar de comercio», lo que aludiría a la principal actividad que se debió realizar en el lugar y el origen comercial de este. Cronológicamente, es un fenómeno que se ha situado hacia la primera mitad del s. VI a.C., en un momento anterior al establecimiento definitivo de estos en la Neapolis en el 575 a.C. El hecho de establecerse de forma temporal en un territorio y después en la misma región trasladarse a otro lugar más estable es un hecho bien documentado en otras áreas del ámbito colonial griego  se  trata de un proceso de consolidación de la presencia griega en territorio indígena (Domínguez 1996: 51; Lombardo 2002: 74; Oller 2009: 194; Olesti 1996: 141).

Los resultados que han aportado las investigaciones arqueológicas realizadas en el promontorio de San Martín de Ampurias, donde se erigió el primer enclave griego, han permitido conocer que era una zona habitada por los indigetes, pobladores indígenas del Empurdán, los cuales ocuparon la zona de la Palaiápolis desde el s. XII a.C. hasta el s. VII a.C., fue en este contexto de ocupación plenamente autóctono que durante el s.VI a.C. se produjeron los primeros contactos con el comercio foceo proveniente desde Massalia. Este hecho se ha observado arqueológicamente, ya que a través de la estratigrafía se ha podido observar una ruptura con la tradición anterior y se empieza a observar un gran influjo de objetos de origen foceo que aparece en los mismos contextos que las producciones indígenas; y es visible un disminución de los productos fenicios que hasta el momento habían sido unos de los más habituales, puesto que eran los que frecuentaban la costa levantina peninsular. Además, esta realidad dejaría  entrever una realidad culturalmente mixta, donde la población local debió continuar siendo esencial para el desarrollo de las actividades comerciales y artesanales de la región, los cuales progresivamente  se fueron integrando dentro de los modelos comerciales que desarrollaron los griegos (Domínguez 1996: 52; Oller 2009: 188 -190; Santos et al. 2013: 103 - 105).

Finalmente, parece ser que la relación entre los indigetes y los recién llegados fue muy estrecha y cordial, de las cuales hay indicios en las fuentes textuales. Los estudiosos consideran que dicha afinidad podría haber sido propiciada por la proximidad que había entre ambos enclaves, lo que les llevó a un intenso intercambio cultural y una autentica cooperación mercantil entre ambas culturas en la área emporitana. Esto es un caso peculiar, ya que esta buena aceptación por parte de los locales no fue una constante en la expansión colonial griega, más bien al contrario. En cualquier caso, la convivencia debió ser provechosa para ambas comunidades desde el periodo inicial, puesto que de no ser así no se habría producido la posterior fusión política y el desarrollo de una auténtica polis greco-indígena (Olesti 1996: 141 - 142; Oller 2009: 189 – 195).

Bibliografía
-          
 ALMAGRO, M.,  (1948), “Ampurias”,  Cahiers d’histoire et d’archéologie (Institut d’études occitanes. Nîmes), nº 9- 10, pp. 38 – 45.

ALMAGRO, M., (1964),  Excavaciones en la Palaiápolis de Ampurias, Madrid.


 DOMÍNGUEZ, J.A., (1996), Los griegos en la Península Ibérica, Madrid.

 
LOMBARDO, M., (2002), “Emporoi, Emporion, Emporitai: Forme e dinamiche deia presenza greca nella Penisola Iberica”, en Urso, G. (ed.), Hispania terris ómnibus felicior. Premesse et esiti di un proceso di integrazione. Atti del convegno internazionale, Cividale del Friuli, 27 – 29 settembre 2001, Pisa, pp. 73 – 86.

SANTOS, M.; CASTANYER, P.; TREMOLEDA, J., (2013), “Emporion arcaica: los ritmos y las fisonomías de los dos establecimientos originarios, a partir de los últimos datos arqueológicos”, en  Bouffer, S.; Hermary, A. (eds.), L’Occident Grec de Marseille à Mégara Hyblaea,  pp. 103 – 113.


 OLESTI, O., (1996), “El territorio de la colònia grega d’Empúries i la colonització focea a Catalunya”, Faventia, nº 18/2, pp. 141 – 143.

 
 OLLER, M., (2009), “Griegos e indígenas en Empórion (siglos VI – IV a.C.): un estado de la cuestión” Faventina Supplementa, nº 2, pp. 187 -  202.


  Cristina Rubio Vicens




1 comentario:

  1. ¡Hola Cristina, me ha gustado mucho tu entrada! Respecto a las relaciones con los indígenas en el momento de asentarse los colonos griegos en la Palaiápolis, ¿los indígenas que estaban en el territorio se trasladaron a otro lugar para dejar asentarse a los griegos,o bien se asentaron junto a los colonos? Muchas gracias y enhorabuena
    Juan Francisco

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