martes, 29 de noviembre de 2016

Megara Hyblea. Una colonia modelo en economía agropecuaria.

En la entrada de esta semana se tratará de mostrar el potencial económico de Megara Hyblea, una modesta colonia en la que, a pesar de los abundantes restos arquitectónicos y urbanos, el estudio de sus actividades y economía ha sido ignorado durante años y se ha descrito vagamente a través de los clásicos. Por desgracia a penas se la puede contextualizar en la geopolítica colonial, algo que intentamos mostrar cada semana, debido a su débil presencia y actividad política en la Sicilia arcaica y el consecuente silencio en las fuentes; pero como veremos los innovadores estudios y análisis para poder comprender como funcionó la economía de Megara Hyblea, especialmente los del doctor Franco De Angelis, resultan de gran interés y ejemplares[1].

Aunque Dominguez- Monedero asegura que Megara Hyblea disponía de un gran territorio fértil disponible, -aunque no llegaran a explotarlo del todo (Dominguez-Monedero 2006, 278-279) esta afirmación no está- para nada evidenciada en los documentos.

De Angelis intenta hacer un profundo estudio de la población y el territorio a través de los restos arqueológicos y de la escasa evidencia literaria conservada respecto a Megara Hyblea. Tan solo la nombran Polyanios y Tucidides, pero quien si nos ofrecerá algo más de información será Estefanos de Bizancio en su “Ethnica”, pero sin poder contextualizar sus fuentes ni base de esta. Viendo esta precaria situación bibliográfica, sin duda alguna, la única fuente útil e interpretable es la arqueología, tal y como hará De Angelis (De Angelis 2003, 75). Una forma de delimitación será a través de restos funerarios y tomando referencia de sus ciudades vecinas, Leontinoi y Siracusa[2]. Esto le llevará a delimitar un territorio de hasta 400 km² de una resaltable riqueza económica como veremos.

Mapa donde se delimita los extensos territorios de Megara Hyblea en base a los estudios de De Angelis (De Angelis 2003, 74)
Curiosamente los primeros indicadores de la presencia griega en la zona están estrechamente relacionados con el inicio de la explotación de las canteras del lugar. El territorio de Megara Hyblea destacó afortunadamente por una importante riqueza cantera[3]. La primera en ser explotada, y una de las más exportadas, fue la roca volcánica, especialmente como bordillos de calle hacia la mitad del siglo VII a.C. (De Angelis 2003, 75) y piedras de molino; algo potenciado por la proximidad de la fuente a la colonia (tan solo 10 kilómetros). Otra de las canteras que dio potencial a Megara Hyblea es la situada en Intagliatella, de piedra caliza blanca, aunque ésta ha desaparecido debido a la expansión industrial actual impidiendo estudios al respecto (algo  ya presentado en la entrada de esta semana de M. Ruiz).

No solo tendría suerte con los recursos geológicos, por su territorio pasaban diversos ríos, destacando el Anapo, que regaban las tierras de Megara Hyblea sin problemas, que combinado con la gran fertilidad de sus tierras volcánicas daban un gran potencial a la producción agraria de la colonia. No hay ninguna evidencia que pruebe cuanta tierra era cultivada por los colonos, pero sí podemos saber mediante los estudios geológicos qué porcentaje de su territorio era cultivable, De Angelis se declina hacia el estudio con un porcentaje más “medio”[4] señalado por Pollastri del 78%. Calculando unas 31.200 hectáreas cultivables y suponiendo 3 o 4 hectáreas por persona para poder abastecerlos,  De Angelis llega a la conclusión de que el territorio de Megara Hyblea podría haber llegado a mantener a una población de hasta 39-52.000 habitantes. Viendo que la ciudad llegó como mínimo a las 2275 personas, se puede afirmar que la ciudad estaba abastecida sin problemas y debió tener un excedente considerable (aunque no toda la tierra cultivable fuera cultivada). Se han conservado cinco grandes silos al norte del ágora que sin duda permitieron guardar enormes cantidades de trigo y sus excedentes (De Angelis 2003, 84-85).

No solo se produciría grano y alimentos, las excavaciones francesas publicadas en 1975 demostraron diversas antiguas plantaciones de vid (De Angelis 2003, 86)

A mediados del siglo VI a.C. comienza a aparecer mármol en los restos arqueológicos, tanto en esculturas, el templo y algunas tumbas (De Angelis 2003, 83). Todo este mármol venia importado desde la isla de Paros y/o Naxos demostrándose así que la ciudad tenía suficiente riqueza como para permitirse esta clase de materiales de importación.

Cerca del ágora de la ciudad se encontró muy probablemente un centro artesanal de metalurgia que produjo buena parte de los materiales metálicos de la colonia. Solo se han encontrado objetos metálicos en contexto funerario, de los estudios de la necrópolis se ha extraído una pequeña variedad de metales siendo el más abundante el bronce, seguido por la plata, el hierro, oro y cobre. Los objetos más comunes en bronce eran elementos de complemento como fíbulas, anillos, collares y botones, aunque también se han encontrado espadas, cuchillos de hierro, puntas de flecha y agujas. La plata y el oro destacarían en pendientes y anillos. De las tumbas documentadas muchos menos de la mitad contienen objetos de metal, esta exclusividad estuvo claramente potenciada al depender Megara Hyblea de la importación de todo tipo de metales de los cuales carecía su rica tierra[5]
  
Se han localizado dos centros de producción cerámica, ambas del s. VI a.C. junto a las murallas de la ciudad. Estarán centrados en la producción de objetos para consumo local como lámparas, vajilla, figuras, etc. Siguiendo un modelo bastante corintio aunque en la última etapa (650-600) producirán simples cerámicas sin decoración.
Figuritas de cerámica producidas localmente en Megara Hyblea
Por los cientos  de pesas de telar encontradas en casas de Megara Hyblea por Villard en 1951 algunos autores han pensado que probablemente fue un importante centro productor de textiles de lana. Sin embargo De Angelis se mantiene escéptico al no haberse publicado ninguna de estas y no haber aparecido pesas de telar en posteriores excavaciones.

Otra supuesta gran producción de Megara Hyblea es la miel, algo extendido por algunas fuentes clásicas y que ha contagiado muchas obras contemporáneas. De hecho Dunbabin (Dunbabin 1968, 221) llega a afirmar que la miel de Megara Hyblea era reconocida como una de las mejores del Mediterráneo, dejándose llevar por los clásicos. De Angelis critica con dureza este comportamiento ya que los yacimientos en la colonia hasta la actualidad no han aportado ni una sola evidencia de una supuesta producción de miel local (De Angelis 2003, 95).

Habiendo visto tan al detalle la producción y economía local es evidente que Megara Hyblea disponía de un gran potencial agropecuario y facilidades para materiales constructivos, pero no alcanzaría un gran desarrollo artesanal y falta de producciones de alto valor comercial como para desarrollar una buena economía incipiente a nivel regional. Prueba de ello es la carencia de una moneda propia (como vimos en otras entradas, como Naxos y Tarento, este es un elemento fundamental para determinar cuándo una colonia tiene una mínima presencia en las redes comerciales mediterráneas), de hecho ni si quiera se observa que utilicen monedas de otras ciudades cercanas.

Sin embargo el hecho de que carezca de moneda o de importantes producciones de mercaderías de alto valor comercial no significa que no participara en el comercio e intercambios en la región o en las redes comerciales mediterráneas. De Angelis resalta que no hubo intercambios con nativos sicilianos de la región ya que la demanda de estos estuvo copada por las producciones leontinas y siracusanas (De Angelis 2003, 88-89). La mayor evidencia de comercio en Megara Hyblea son las importaciones cerámicas y aunque supuestamente se ha extraído numerosos restos de esta De Angelis duda de la calidad de muchas de las publicaciones al respecto, llegando a tildarlas de:

 “much has only been published in cursory fashion” (De Angelis 2002, 89).

Los datos,  aunque reanalizados e interpretados por De Angelis, no aporta mucha novedad, mostrándose unos patrones muy clásicos con clara superioridad de las cerámicas corintia y ática (esta última a finales del s, VI a.C.).
Ejemplo de un aryballoi corintio importado en Megara Hyblea donde están representados Atenea y Hercules (s. VI a.C.)

Nos encontramos por lo tanto ante una colonia modelo en materia de economía y desarrollo agrario, con grandes extensiones de fértil tierra cultivable, un importante abastecimiento de agua y con tierras de pastoreo amplias. Incluso con fuentes de materiales de construcción cercanas y de buena calidad. Por desgracia tuvo un importante déficit de metales y también tuvo que importar el mármol en cuanto comenzó a crecer y querer obtener objetos u edificios de prestigio, limitando así el gran potencial de Megara Hyblea como polis  y ni si quiera pudiendo desarrollar un fuerte artesanado a causa de esas carencias. Sin duda alguna participó en las redes comerciales mediterráneas teniendo intercambios con Etruria, fenicios y sobretodo con la Grecia Continental pero bastante restringidos al intercambio de sus no pocos excedentes agropecuarios a cambio de materiales de prestigio como metales, perfumes y mármol, generándose así una balanza comercial no suficientemente beneficiosa generar riqueza en la colonia.



[1] Un autor que destaca por una gran investigación y calidad de análisis que contrasta notablemente frente al gran vacío bibliográfico y documental que el mismo De Angelis denuncia en su obra.
[2] No lo expondré en esta entrada ya que ocuparía bastante espacio y nos desviaría del objetivo del trabajo, resaltar la economía de Megara Hiblea, sin embargo vale la pena resaltar su interesante estudio reprobado por otros conocidos académicos como Domínguez-Monedero. DOMINGUEZ-MONEDERO (2006): 76-78.
[3] No así mineral, debiendo importarlo como veremos a continuación.
[4] Según las fuertes que aporta, el AHÍ (Admiralty Naval Inteligence Division, Italy) señala que entre un 50-70%; Pollastri 78% y Milone el 95%. DE ANGELIS (2003):81
[5] La plata muy probablemente era importada de la misma Grecia Continental. DE ANGELIS (2003): 84



Bibliografia:

-DE ANGELIS, F. (2003): Megara Hyblaia and Selinous. The Development of Two City-States in Archaic Sicily. Oxford University School of Archaeology, Monograph 55, Oxford.

-DOMINGUEZ-MONEDERO, A. (2006): "Greeks in Sicily", en G.R. Tsetskhladze (ed.) Greek Colonisation. An Account of Greek Colonies and Other Settlements Overseas. Vol. I. Leiden. 253-357.

-DUNDABIN, T.J. (1968): The Western Greeks: The history of Sicily and South Italy from foundational of the Greek colonies to 480 B.C, Oxford Universiy Press, Oxford.


Carlos Palacín Copado.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Arqueología de la Magna Grecia: el extraordinario ejemplo de Mégara Hiblea

Siguiendo la línea de mi compañera Cristina Rubio, que ya expuso los problemas y características de este yacimiento, en esta ocasión vamos a detenernos a explicar la excepcional situación de esta colonia griega. 
Al contrario que en otros ejemplos que ya hemos tratado con anterioridad, como Naxos o Pitecusa, en Mégara Hiblea no se han encontrado evidencias de población indígena preexistente en la zona, según afirman con contundencia algunos autores, como Boardman (1983: 183) o Domínguez Monedero (2006: 276). Este último autor además define el emplazamiento griego como "una pequeña ciudad, emplazada entre dos poderosas vecinas, Leontini al norte y Siracusa al sur" (2006: 276). Sin embargo, arqueológicamente es mucho mejor conocida que otras ciudades más grandes, principalmente gracias a las excavaciones llevadas a cabo en el ágora de la ciudad arcaica; lo que reveló que ya en el s. VIII a.C. se realizó una planificación urbana de la ciudad, -dejando incluso el espacio destinado al ágora-, dividida por calles de 3 metros de ancho en dirección N-S cruzadas por calles transversales que creaban insulae de 25 metros de largo. De esta misma época se han identificado lo que Domínguez Monedero llama orientaciones del plano urbano, y que se interpretan como áreas o parcelas correspondientes a los cinco pueblos (komai) que formaban la polis de Megara Nisea (2006: 277). También a finales del s. VIII a.C. se remontan una serie de depósitos votivos hallados fuera de la trama urbana (Boardman, 1983: 183).
Plano de Mégara Hiblea con el trazado urbano respecto a la topografía circundante. En el mapa además se señalan los depósitos votivos encontrados en la ciudad y sus alrededores, siendo los más antiguos los de finales del s. VIII - principios del s. VII a.C., señalados con un triángulo. Fuente: Domínguez Monedero (2006: 278).

Las casas de esta primera etapa fundacional tienen una sola estancia de 4x4 metros, pero a partir del s. VII a.C. crecieron en tamaño, pasando a tener tres dependencias que conducían a un pequeño patio con pozo (Mayer 1998: 118), aunque respetando la trama urbana preestablecida. Esta va a ser una característica común de la trama urbana de Mégara Hiblea a lo largo de su historia, la gran planificación urbana y diseño de sus estructuras, lo que ha motivado los hallazgos arqueológicos. El espacio destinado al ágora se dispuso en la intersección de dos barrios, en mitad de la altiplanicie norte, y tiene planta trapezoidal debido a la orientación de los barrios circundantes. Al oeste y al norte tenía contiguos dos pórticos, y cerraban el espacio con los monumentos públicos (como el heróon o el ptrinaeo) al este y los templos al sur. 

Vista aérea del yacimiento en la actualidad. A la derecha se observa el plano de los restos arqueológicos en el entorno más inmediato y en relación la costa. En la imagen de la izquierda se aprecia perfectamente el trazado urbano y la gran planificación inherente. Se pueden reconstruir las calles, los barrios e incluso el ágora, en la parte más septentrional de la ciudad, con esa planta trapezoidal para adaptarse a la configuración urbana. Fuente: Google Earth.

Mégara Hiblea tenía dos accesos principales, que suponían una continuación de la ruta que recorría la costa N-S, y que probablemente conectara con las importantes ciudades vecinas -al norte con Leontini y al sur con Siracusa- (Mayer, 1998: 118). Un tercer acceso se abría en el oeste para dar acceso a las canteras orientadas en esa dirección, y además se presupone la presencia de al menos 4 puertas más, aunque las pruebas arqueológicas aún no son concluyentes (Gras et alii, 2004: 529).
Las estructuras artesanales han provocado un debate acerca de su carácter público/privado, pero parece evidente que un cierto control por parte de la ciudad debía existir. Ya que el trabajo artesano conllevaba un prestigio social elevado, el establecimiento en la ciudad debía combinar el sentido práctico (ya que las artesanías podían ser molestas o incómodas) y el social (prestigio). 



Imagen: excavaciones realizadas en el ágora. En verde se representan las zonas que no han sido excavadas, en naranja las zonas en las que los niveles arcaicos han sido destruidos o cubiertos por niveles helenísticos, y en negro las casas de finales del s. VIII a.C. (Gras et alii, 2004: 570).









La ciudad contaba con un buen sistema defensivo, compuesto por un terraplén oeste (estudiado entre otros por Cavallari y Orsi), una fortificación norte para proteger la puerta de entrada a la ciudad y por lo tanto, uno de sus puntos débiles; y estructuras defensivas en la meseta sur. El conocimiento sobre la protección de la ciudad deriva de las excavaciones realizadas desde principios del s. XX por Paolo Orsi, Cavallari y la Escuela Francesa, pero existen problemas intrínsecos a la hora de abordar el estudio: las estructuras de la meseta sur están muy mal conservadas, aunque conservan una estratigrafía relativamente buena; mientras que al oeste y al norte las estructuras se conservan mejor, aunque las estratigrafías se han perdido. Otro de los problemas del estudio del sistema defensivo radica en que, debido a los problemas anteriormente mencionados, es difícil datar los restos, si corresponden a época arcaica o helenística (Gras et alii, 2004: 292). 
Izquierda: planimetría del recinto oeste según los dibujos de Cavallari de 1892 (Gras et alii, 2004: 240). Derecha: reconstrucción hipotética del recinto defensivo oeste, basado en un terraplén forrado por un muro de sillares. A la derecha, reconstrucción del primitivo muro arcaico con terraplén (Gras et alii, 2004: 246).


Ejemplo de piedra calcárea
Respecto a las técnicas constructivas, la más habitual en el mundo griego es la fabricación de ladrillos de arcilla con los que construir las estructuras, pero el caso de Mégara Hiblea es excepcional, ya que apenas se ha empleado esta técnica en zonas esporádicas del ágora y en la fortificación sur. Por su parte, la piedra utiliza es la calcárea local, retirada de la meseta, y fue empleada para los muros de las casas arcaicas, el paramento de la primera muralla y para el agger primitivo de la meseta sur. Pero también puede encontrarse espontáneamente en los suelos de las calles, caminos y casas, gracias a su característico color amarillo. Por su parte, los sillares provienen de las canteras situadas a unos kilómetros de la ciudad, en la Intagliata (Gras et alii, 2004: 460).La población, que es en realidad el objeto de estudio de la Arqueología, aunque de forma indirecta a través de los restos materiales que dejan las actividades humanas, es muy abundante desde los primeros momentos de habitación, como demuestra la cerámica encontrada en los niveles del s. VII a.C.; que además demuestra que no es una población itinerante, sino fija (Gras et alii, 2004: 569). Dentro de estos habitantes, parece claro que la sociedad megariense nunca fue igualitaria, aunque no puede hablarse exactamente de la existencia de "barrios ricos y barrios pobres", sino de una élite aristocrática conocida gracias a los enterramientos de la necrópolis occidental, donde aparecen más elementos de prestigio que en la necrópolis meridional (Gras et alii, 2004: 584). 

Imagen en la que se muestra la planimetría de la ciudad, con las diferentes calles y ejes de circulación, así como  los puntos de acceso a la ciudad. En verde se representa el recinto defensivo, con las puertas seguras en color rojo y las probables con puntos amarillos. Las líneas continuas que forman la trama interior son las calles atestiguadas, mientras que las intermitentes son aquellas restituidas o que se presupone que existían (Gras et alii, 2004: 529).
En relación al fin de la ciudad, existe debate acerca de si vino de la mano de un abandono natural o fue consecuencia de la actividad destructiva de Gelón de Siracusa. Tampoco las fuentes ayudan a esclarecer los sucesos que pusieron fin a la vida de Mégara Hiblea, puesto que dan versiones que no concuerdan con la realidad arqueológica. Además, algunos investigadores recomiendan consultar las fuentes a posteriori, con el fin de evitar una metodología más parecida a la Arqueología Filológica. Sin embargo, la hipótesis más que parece cobrar más fuerza es que en realidad la ciudad fue abandonada, y fue eso lo que provocó su "muerte", y no la acción destructiva y el fuego de los soldados de Gelón, ya que no se ha encontrado nivel de incendio que pueda confirmar dicha perspectiva (Gras et alii, 2004: 8).

Bibliografía

-Boardman, J. (1983): Los griegos en ultramar: comercio y expansión colonial antes de la era clásica,Madrid: Alianza Editorial.

-Domínguez Monedero (2006): "Greeks in Sicily", Greek Colonisation. An account of greek colonies and other settlements overseas, vol. 1, pp. 253-259.

-Gras, M. et alii (2004): Mégara Hyblaea 5. La Ville Archaïque, Roma: Escuela Francesa de Roma.

-Mayer, M., Rodà, I. coords. (1998): Ciudades Antiguas del Mediterráneo, Barcelona: Lunwerg Editores.

María Ruiz Vega

jueves, 24 de noviembre de 2016

Mégara Hiblea: una colonia difícil de establecer

Esta semana haremos una inmersión en la apoikia de Mégara Hiblea, a través de la cual completaremos la imagen del proceso de la colonización griega en la parte oriental de la isla de Sicilia. Dicha colonia siciliana se caracteriza por ser una de las mejor conocidas desde el punto de vista arqueológico, debido a las intervenciones que se han realizado en el terreno. Además, es la ciudad ideal para estudiar el modelo urbanístico de los inicios de la presencia griega  en esta región, ya que debido a su buen estado de conservación se ha podido trabajar sobre los restos del periodo arcaico (s.VIII a.C.), (tema que ampliará mi compañera María en su entrada) (Cerchiai 2004: 194; La Torre 2011: 48). 

Mégara Hiblea fue la única colonia fundada por colonos megarenses, los cuales eran de origen dorio, procedentes de la región de Mégara Nisea  (ciudad situada a medio camino entre Corinto y Atenas), los cuales  fueron dirigidos por el oikistes  Lamis. En la ciudad se han hallado unos restos en el sur del ágora que algunos especialistas han definido como el Heroon, lugar donde, probablemente, fue enterrado el oikistes y se le rindió culto. Además,  se han hallado los restos de dos construcciones que se han vinculado con un pritaneo, donde se debió depositar y custodiar el fuego sagrado después del rito fundacional de la nueva polis (para conocer más sobre la fundación de una apoikia ir a la entrada de Poseidonia)(Cerchiai 2004: 194 – 200; Menéndez 2003: 35).

La nueva apoikia  dórica está ubicada en el fondo del  actual golfo de Augusta en la costa oriental de Sicilia. Se erigió en una llanura elevada a unos 20 m sobre el nivel del mar, la cual está articulada en dos pequeñas planicies que los arqueólogos han denominado como Plateau N y Plateau S. Además, es una zona donde no se encuentra un puerto natural, pero si un fondeadero bien protegido  (Boardman 1975: 183; Menéndez 2003: 26 - 28).

Al norte estaba limitada con el rio Cantera, y al sur por el San Cusmano; al este a poca distancia se hallaba la costa por lo que su expansión territorial se produjo hacia el oeste, hasta los montes Hibleos. Además, fue una región muy codiciada por las colonias de Siracusa y Leontinos, cosa que supuso que Mégara Hiblea fuera una especie de área neutral entre ambas regiones (Cechiai 2004: 197; Domínguez 2006: 277 – 279; Menéndez 2003: 28).

Ubicación de Mégara Hiblea con respecto a la colonia de Siracusa y Leontinos
(Cerchiai 2004: 12)

Por otro lado, Mégara Hiblea junto a las colonias de Siracusa y las calcídicas de Naxos, Leontinos y Catania es considerada como uno de los establecimientos griegos más antiguos de los asentados en Sicilia, la cual ha sido encuadrada dentro de la fase del tardogeométrico. En cuanto a la cronología de la fundación, las fuentes clásicas, como Tucídides (VI, 4), el cual aporta la información más precisa sobre la cronología de la fundación de esta nueva colonia, afirma que esta apoikia  se estableció en el lugar 245 años antes de la destrucción de la ciudad por parte del tirano Gelón de Siracusa, hecho que se produjo en el 483/2 a.C. Esto ha permitido establecer que la fundación de la apoikia se debió producir en el 728/727 a.C. (Cerchiai 2004: 194; Guzzo 2011: 181; Menéndez 2003: 27).

Sin embargo, el problema surge cuando se intenta buscar la concordancia entre lo que aparece en los testimonios clásicos y los resultados que aportan los análisis del material arqueológico,  los cuales ofrecen una datación más alta que situaría la fundación alrededor del 750 a.C. Esto supone que el origen del asentamiento se cifre hacia la mitad del s.VIII a.C. y no a finales, como indican los autores clásicos. Pero, en la actualidad, entre los especialistas la cronología ofrecida por Tucídides es la más aceptada, indicando que los hallazgos arqueológicos que presentan una datación más alta podrían ser el resultado de la frecuentación de la zona por parte de los griegos en un momento pre-colonial (Cerchiai 2004: 194; Domínguez 1989: 255;  Menéndez 2003: 27).

El establecimiento de esta apoikia se caracterizó por ser un proceso más complejo que el del resto de las colonias sicilianas. Gracias al testimonio de Tucídides (VI, 4.1) hemos podido conocer las peripecias que sufrieron los megarenses antes de establecerse definitivamente en Mégara Hiblea.  Este autor indica que en un primer momento los colonos dirigidos por Lamis llegan a Sicilia y se asientan en una región conocida como Trótilon, de donde fueron expulsados, aunque se desconocen las causas. De esta manera, se establecieron en Leontinos, ciudad en la que convivieron  con los calcídicos durante un tiempo, aunque tiempo después volvieron a ser echados. Estos colonos exiliados de estas regiones se dirigieron a la isla de Thapsos, donde el okistes  murió, y la expedición tuvo que ser continuada por la persona de confianza de Lamis, el cual fue elegido por los colonos, de esta manera, los megarenses abandonaron esta ciudad para conseguir sus objetivos de establecer una colonia autónoma. No fue hasta que el rey sículo Hiblón les ofreció un trozo de tierra cerca de la costa  que  los megarenses consiguieron establecerse en un territorio, donde fundar y desarrollar una apoikia autónoma y propia, la cual llamaron Mégara en honor a la metrópolis e Hiblea en honor al rey sículo (Boardman 1975: 183; Cerchiai 2004: 194 – 196; Domínguez 2006: 275; Guzzo 2011: 171).

Localización de los primeros lugares donde se establecieron los colonos megarenses antes de asentarse en Mégara Hiblea
(https://es.wikipedia.org/wiki/Tapso_Italia)

Seguidamente, el por qué el rey sículo les permitió asentarse en este territorio ha generado un gran debate entre los investigadores. Por un lado, consideran que el rey Hiblón les concede esta área porque de algún modo es suya o puede llegar a serlo, lo que conllevó que  el establecimiento de los megarenses se produjese de forma pacífica, esto justificaría la inexistencia de estructuras defensivas en este primer momento. También, se piensa que esto se pudo producir debido a la necesidad  de tener unos aliados griegos en la zona por parte de este rey, ya que cuando se produjo esta cesión de tierras era un momento en que el rey sículo se empezaría a sentir amenazado por las ciudades de Siracusa y Leontinos y sus ambiciones expansionistas. En cambio, otros afirman que esta concesión se llevó a cabo con el objetivo de evitar que los griegos a su llegada expulsaran a los sículos, como había sucedido en otras regiones (Siracusa o Leontinos), de esta manera, Hiblón trató de asegurarse una  cierta amistad con los recién llegados, a través de la otorgación de tierras (Domínguez 1989: 267 - 269 – 271; Domínguez 2006: 275; libro rojo: 48).

Fuera cual fuera la verdadera causa, es un acuerdo a través del cual ambas partes debieron resultar beneficiadas y  lo que está claro es que esta concesión implica unos contactos previos entre ambos, es decir, no habría concedido ciertas tierras a unos griegos desconocidos, sino totalmente lo contrario, hechos visibles a través de los hallazgos en la necrópolis de Villasmundo (valle Marcellino) que han testificado la presencia griega en la zona desde principios del s.VIII a.C. Dichas relaciones  se podrían haber producido cuando los megarenses estaban en Thapsos, y que esta se habría abandonado como consecuencia del acuerdo logrado. Además, estos hechos tan complejos que envuelven la fundación de Mégara Hiblea demuestra la falta de un diseño político claro entre los megarenses, lo que supuso varios años de inestabilidad antes de encontrar su lugar definitivo (Domínguez 1989: 268; Domínguez 2006: 275 - 276).

Finalmente, a pesar del amplio conocimiento que se tiene sobre esta colonia, Mégara Hiblea es una ciudad en la que es difícil establecer las relaciones entre griegos e indígenas, ya que se conoce muy poco, incluso algunos investigadores como Vallet, Villard o Auberson han llegado a afirmar que cuando los megarenses se establecen definitivamente en la costa oriental siciliana la población indígena es inexistente. Las fuentes  apenas ofrecen información de los sículos con los megarenses más allá del momento de fundación de la colonia, aunque arqueológicamente se ha observado la integración de ambas culturas en la ciudad, hecho visible a través de la necrópolis meridional de Mégara Hiblea donde se observa  a través de los ritos funerarios la adquisición de prácticas griegas por parte de los indígenas y viceversa (Domínguez 1989: 270).


Bibliografía

Boardman, J. (1975) Los griegos en ultramar: comercio y expansión colonial antes de la era clásica, Madrid.

Cerchiai, L.; Jannelli, L.; Longo, F. (2004) The Greek Cities of Magna Graecia and Sicily, Los Ángeles.

Domínguez Monedero, J.A. (1989) La colonización Griega en Sicilia. Griegos, Indígenas y Púnicos en la Sicilia arcaica: Interacción y Aculturación, tomo 1, Oxford.

Domínguez Monedero, J.A (2006): "Greeks in Sicily", en G.R. Tsetskhladze (ed.) Greek Colonisation. An Account of Greek Colonies and Other Settlements Overseas. Vol. I. Leiden. pp. 253-357.

Guzzo, P.G (2011) Fondazioni greche. L'Italia meridionale e la Sicilia (VIII e VII sec.a.C.). Roma.

La Torre, G.F (2011): Sicilia e Magna Grecia. Archeologia della colonizzazione greca d'Occidente. Roma.

Menéndez Varela, L.J. (2003) Consideraciones acerca del origen y la naturaleza de la ciudad planificada en las colonias griegas de Occidente,Oxford.

Cristina Rubio Vicens

domingo, 20 de noviembre de 2016

Siracusa y la isla de los gemelos olímpicos: Ortigia

Todas las ciudades griegas, ya sean las de la madre patria (Grecia), como las colonias de occidente (Magna Grecia), son responsables de un gran testimonio, el cual está lleno de relevancia en cuanto a la presencia de magníficos santuarios urbanos, todos ellos dedicados a las deidades de la ciudad. Estos santuarios, son colocados en lugares elevados, estos son la acrópolis, aunque también pueden ser dispuestos en zonas centrales o periféricas que gocen de una ligera prominencia, la cual permita realizar las funciones de dicha ubicación.
Estos espacios sagrados juegan un papel de renombre en la formación de identidades religiosas y culturales. Ello da que nos encontremos en Ortigia una consagración a la diosa Artemis. Gracias a ello encontramos espacios que se vinculan directamente a esta deidad. Pero, ¿Por qué consagrar esta isla a la diosa de la caza? Los escritos antiguos como Higino sitúan el nacimiento de la pareja olímpica en esta isla, pero los escritos contemporáneos tales como Grimmal (GRIMMAL 2008: 35-53) o Hard (HARD 2009: 253-54) no parecen llegar a una conclusión común ya que se argumenta el nacimiento de uno de ellos en Delos, mientras el otro en la isla de Ortigia. [1]
Pero Artemis no es una deidad solitaria en esta mítica isla, sino que su hermano Apolo también goza de un espacio para su figura, al igual que Atenea o Zeus, ambos también con un espacio sagrado dentro de la urbe donde los ciudadanos puedan venerar su imagen. (LA TORRE 2015: 273-74)
Plano del área sacra del centro de Siracusa. 

De este modo la isla de Ortigia, perteneciente a Siracusa, y segundo lugar en ser colonizado detrás de Naxos, alberga una fisionomía urbana perfectamente articulada, en la cual se introducen los monumentales edificios religiosos.[2] Comencemos ahora a conocerlo uno por uno.

El primero de todos es el más grandioso, su nombre es el Athenaion, el cual se levantó en la zona central de Ortigia en memoria de la victoria de Himera (480 a.C). Donde se encontraría este templo, hoy encontramos la catedral, la cual ha englobado y conservado el fastuoso templo dórico. Identificado como un templo a Atenea, la construcción se erigió entre el 480-470 a.C sobre un templo prexistente del siglo VI a.C. el cual según La Torre estaría dedicado a Afrodita. El templo dedicado a Atenea es períptero y dórico, con una longitud de 22 por 25 metros, el cual ha sido realizado con arenisca local, teniendo seis columnas en los lados cortos y catorce en los largos, además de un revestimiento de mármol de las Cícladas. En cuando a la distribución interior nos encontramos con un espacio tripartito con un pronaos in antis, seguido de una cella no compartimentada y finalmente un opistodomos también con columnas in antis. Este templo no se mantenía en un espacio individualizado, sino que otros edificios conformaban el conjunto del santuario. Junto a este gran templo encontramos varias estructuras porticadas (stoas), un sacello arcaico, un altar ya excavado por Orsi en el que se hallaron restos de sacrificios arcaicos, y finalmente, en la zona norte un enorme templo jónico que seguramente es dedicado a la diosa principal de la isla, Artemisa, el cual parece haber sido ya mencionado por Cicerón. (LA TORRE 2015: 275)
Plano del templo de Atenea en Siracusa
Este último templo es un edificio de 25 por 59 metros, el cual sigue la inspiración de los templos dípteros jónicos de Asia Menor como es el caso de templo de Artemisa en Éfeso. Este templo es datado en las últimas décadas del siglo VI a.C, pero no puedo ser terminado debido a los trastornos políticos de principios del siglo V con la llegada de los tiranos, que estaban más relacionados con la tradición dórica. (LA TORRE 2015: 275) No se conoce mucho acerca de la fisionomía de este templo, del que solo conservamos los cimientos.

Después de este santuario, a unos 500 m del Duomo, cerca del puente, se sitúan los restos del segundo mayor santuario en la ciudad, hoy todavía visibles y conservados. En el tejido de la ciudad medieval se conservaron tramos de la pared del témenos y el majestuoso templo de Apolo, el segundo de los gemelos olímpicos.[3] Dicho templo fue descubierto por Cavallari en 1862 y fue escavado en su totalidad entre el 1938-43. El templo es períptero y hexástilo y es fechado en el siglo VI a.C. La obra es muy alargada, con unas medidas de 24,50 por 58,10 m y un peristilo de 6 por 17 columnas. Estas con monolitos robustos de 6,60 m, entre los que hay intercolumnios ciertamente muy apretados. Los capiteles que las remataba son dóricos. Su disposición se conforma con un pronaos con columnas in antis como vimos en el templo de Atenea, el cual da paso a una enorme cella que ha sido dividida en tres espacios a través de dos filas de columnas. La cella no era rematada finalmente por unos opistodomos, sino que era un ádyton la que los sustituía. (LA TORRE 2015: 275)

El edificio contaba con un alto dintel realizado en parte en madera y piedra caliza. Su rica decoración ser podía observar en la concesión de baldosas de terracota, señalando un gorgoneion y las acroteras en forma de esfinge, siendo la central una escultura de un jinete.

Es digno de mencionar como se ha descubierto la identificación del culto que se realizaba en esta construcción. Ello es posible gracias a una inscripción incisa en la cara de la grada más alta del lado este. La inscripción arcaica que alberga la piedra data del siglo VI a.C y dice lo siguiente:

Cleomedes, hijo de Cnidieidas, dedico el templo a Apolo y levanto las bellas columnatas”
Plano del templo de Apolo en Siracusa

Para terminar, es necesario hablar de otros templos, pero en este caso de una que se sitúa fuera de la ciudad, a pesar de pertenecer a un dios principal como es el caso de Zeus. (BREMMER 1999: 39-52) El templo de Zeus Olímpico se sitúa cerca de la desembocadura del Ciane. (LA TORRE 2015: 276-77)
Ortigia no será sola por mucho tiempo el único lugar que llegue a albergar también estos santuarios urbanos. Sino que como dijimos en un principio, las acrópolis serán lugares ciertamente necesarios en diferentes ubicaciones, ya que la religión es un pilar fundamental en el desarrollo de la cultura griega. Mencionamos con ello colonias como Akrai, Camarina y Casmene, donde se hallarán construcciones dedicadas a las principales deidades, las cuales son Afrodita, Atenea o Ares.

Bibliografía:
  • ·         BREMMER. J, La religión griega, dioses y hombres: santuarios, rituales y mitos, Ediciones El Almendro, Córdoba, 1999.
  • ·         GRIMMAL, P., Diccionario de Mitología Griega y Romana, Paidos, Barcelona, 2008.
  • ·         HARD, R., El gran libro de la mitología griega”, La esfera de los libros, Madrid, 2009.
  • ·         LA TORRE. G., Sicilia e Magna Grecia, Archeologia della colonizzazione greca d´Occidente, Laterza, Roma, 2015. 

Alejandro Sastre Laso



[1] No se pretende con esta entrada entablar un debate acerca de la fiabilidad de las fuentes mitológicas, ya que la envergadura del escrito sería enorme.
[2] La Torre argumenta que existe una enorme demora en lo relativo al estudio u publicación de las numerosas excavaciones que se han llevado a cabo en la isla. Utilizando mapas realizados por Paolo Orsi en 1919 y posteriores como los de Lippolis de 2007, podemos hacernos una idea de la topografía general del santuario de Siracusa. (LA TORRE 2015: 274)
[3] Cuenta el mito que, tras nacer Artemis, aun siendo niña, ayudo a su madre a traer al mundo a su hermano pequeño. (GRIMMAL 2008: 53)










De granero de Corinto a potencia económica y política mediterránea. Siracusa y el éxito colonial griego.

En esta entrada, como es costumbre,intentaré mostrar las características comerciales de la colonia y las relaciones de esta con su metrópolis además de rasgos de su importancia geopolitica. En el caso de esta semana, Siracusa, nos encontramos ante una compleja colonia la cual alcanzará un gran poder en el área centro-mediterránea. En esta entrada intentaré dejar claro su interesante y cuestionada interrelación y su interdependencia económica; además de tratar como Siracusa logró alcanzar esa situación y como la gran mayoría de teorías están basadas en una interpretación de los clásicos más que en unas muy escasas informaciones arqueológicas.

Siracusa, como ya hemos visto en la entrada de C. Rubio, fue fundada con un objetivo claramente agrario[1], sin embargo, su fundación vino acompañada de variaciones comerciales y crearía importantes cambios geopolíticos en el Centro Mediterráneo. Las primeras piezas corintias en el occidente mediterráneo (en Taras, Etruria y especialmente en Pitecusa) coinciden en el tiempo con la fundación de Siracusa al igual que las primeras imitaciones locales de este estilo cerámico; muestra de las variaciones comerciales con la aparición de Corinto como nueva hegemonía comercial.

El crecimiento de Siracusa irá muy ligado al desarrollo de Corinto durante los primeros siglos de la colonia.

De finales del siglo VIII a.C. a mediados del VI a.C. la producción y exportación fue pujante y dominante en los mercados occidentales nos solo por la calidad de la cerámica sino también sino también por los perfumes y aceites perfumados  que estas transportaban (como los pequeños aryballoi y alabastra), ambos producidos en la misma ciudad de Corinto (Salmon 1984: 115).


Ejemplo de aryballoi corintio pequeño que originariamente seria contenedor de perfume o aceites perfumados también producidos en Corinto.
“Corinth was the chief industrial state in Greece” (Dunbabin 1968: 227)[2]
Sus comerciantes buscarán en los mercados hierro y metales por la ausencia de estos en la Grecia Continental al igual que hicieron (y aún hacían) los eubeos en Etruria y Elba, tal y como se denota con la abundante presencia de cerámica corintia en esas áreas, aunque a diferencia de los eubeos no tendrán dependencia de la importación de cobre al tener acceso cercano a este (la cual cosa nos explicaría el porqué de la ausencia de restos corintios en Chipre.

Pero sin ningún lugar a dudas su gran carencia fue la dependencia de alimentos, esta búsqueda de fuentes de abastecimiento se denota en la bibliografía clásica, en la cual se llega a poner en la misma altura que el abastecimiento en Atenas. Salmon llega a situarla como la gran competencia de Atenas en el mercado mediterráneo del trigo. Siracusa sería una de sus mayores abastecedoras de grano, muestra de ello es el regalo de Hieron I de Siracusa (478-466 a.C) a un notable de Corinto, Arquiteles, por ayudarle económicamente durante una crisis política, este regalo destacaría por ser un gran cargamento de grano (Atenodoro 23 E-232/3)[3].

El potencial de Siracusa como productora agraria es bien conocido a través de las fuentes clásicas citado desde Estrabón hasta Cicerón.
"The city became very prosperous because it had both excellent natural harbourage and an extraordinarily fertile territory" (Strabo VI, 2.4)
La fundación de sus “subcolonias”, Acrae, Casmenae y Camarino reflejan los intereses de su metrópolis, Siracusa. Fueron fundadas en tierra a excepción de Camerino y probablemente carecieron de independencia alguna, estas muy probablemente tenían el objetivo de asegurar el control del rico territorio agrario en beneficio de Siracusa (Domínguez-Monedero 2011: 286).

Dirección de la expansión de Siracusa con el objetivo de controlar las ricas tierras agrarias de su periferia (Domínguez-Monedero 2011: 286)

De hecho la misma expedición ateniense a Sicilia que marcaría la derrota de Atenas en la Guerra del Peloponeso (431-404 a.C.), fue en parte motivada para tratar de frenar el abastecimiento de grano a la Península del Peloponeso reconociendo que este bloqueo afectaría especialmente a Corinto (Tucídides III 86.4)[4]. La importancia de Corinto en estas redes de materias primas agrarias se refuerza muy probablemente al actuar esta como redistribuidora de  trigo proveniente de occidente entre las ciudades de Grecia Continental.

Existen estrechas relaciones entre la colonia y la metrópolis atestiguada por embajadas y colaboraciones políticas, algo que se reforzaría con estas interrelaciones económicas (estos intercambios e interdependencias del trigo meterán a Siracusa en la Guerra del Peloponeso sin buscarlo), un ejemplo de ello es la petición de ayudar en el contexto de las Guerras Médicas (481 a.C) a Gelón de Siracusa (Herodoto VII, 153.1; 157-82).

Salmon discrepa de esas estrechas relaciones afirmando que dependiendo de la fuente se observa una mayor relación entre la colonia y la metrópolis, cita a Dunbabin (Dunbabin 1968: 244), quien sugiere que la tardía llegada de la cerámica ática a Siracusa sería por la estrecha relación comercial entre estos; Salmon afirma que no se han publicado suficientes materiales de Siracusa para decir esto y si eso fuera verdad la explicación sería que los mecanismos de distribución serían fuertes más que el hecho de que los siracusanos prefieran comprar a los corintios.
"Sentiment is not likely to have affected comercial judgement" (Salmon 1984: 388).

Cerámica corintia encontrada en la necropolis de Fusco, en las cercanías de Siracusa.

Sin embargo para Kagan los beneficios del sistema colonial corintio, beneficiaban tanto a las colonias como a la metrópolis. No solo por los intercambios con productos manufacturados sino por las ayudas militares mutuas en tiempos de crisis, además las colonias ayudarían a reforzar la figura de Corinto como gran intermediario comercial en las redes centro-mediterráneas.
"Such adventages made it no less desirable for the colonies than for the mother city to continue the close relationship". (Kagan 1958:18).

También se observa la relación política al marchar al exilio destacados personajes políticos a Corinto, como fueron el Rey Ducetios, Dionisio II entre otros.(Sanders 1987: 26)

Salmon sin embargo pone el ejemplo de la campaña ateniense 415-413 a.C para señalar que a pesar de que parezca natural la solicitud de ayuda a Corinto “por su relación” como dice Tucídides (Tuc. VI. 88.7), probablemente la intervención de Corinto fue tan decisiva y fuerte más por el odio a Atenas que por preocupación hacía su colonia. Además que muchas llamadas de Corinto a Siracusa no fueron respondidas, algo que Salmon ya avisa diciendo que la relación entre Siracusa y Corinto ya era poco definida desde sus inicios. (Salmon 1984: 388-394).

Con la cada vez más limitada política de Corinto y con una Siracusa cada vez más fuerte a causa de las políticas de Gelón[5] y posteriores tiranos las relaciones entre las dos ciudades fueron desapareciendo a la vez que Siracusa se hacía con el poder político de la costa oriental siciliana y con la hegemonía en toda la isla. En palabras de Dundabin, Siracusa era la única ciudad que tenía una flota suficientemente notable como para ser mencionada por las fuentes clásicas, además de una demostrada hegemonía terrestre que mantuvo a ralla a las veteranas tropas de Atenas y que luego le permitió acceso y control de las importantes rutas comerciales insulares (Dunbabin 1968: 199-201).


Amplio territorio controlado por Siracusa a inicios del s,V a.C. (Domínguez-Monedero 2011: 286)

Con Dionisio I (405-367 a.C), Siracusa se verá relanzada como potencia hegemónica en el Occidente griego (Sicilia y Magna Grecia). Esta hegemonía y su dinámica política y militarismo activo le hará ganar enemigos externos, especialmente Cartago, cosa que a la vez le hará estandarte del panhelenismo (Sanders 1987: 125).

Por desgracia no hay muchos que con evidencias arqueológicas muestren esta hegemonía económica que le llevaría a fricciones con Cartago (Consolo Lagher 1996: 41-49). Tampoco de las colonias que Dionisio I fundó en Italia y en el Adriático[6], zonas donde la influencia siracusana era bien tangible según las fuentes clásicas (Consulo Lagher 1996: 188-189).
Dionisio, el tirano siracusano decidió fundar ciudades  en el Adriático lo hizo con el propósito de controlar el mar llamado Jóneo, con el objetivo de asegurar la navegación hacia Lepiro y poseer ciudades donde poder atracar las naves. (Diodoro Siculo XV 13.1).
Hay bastantes debates sobre los proyectos de Dionisio I y si este era tan solo con el objetivo de recolocar en el trono  hepirota al rey moloso Alceta, exiliado en Siracusa. O si además también tenía la voluntad de asegurar las rutas en el adriático hasta entonces infestadas de piratería en unas rutas comerciales por las cuales pasaban ricas mercaderías de lujo y numerosas materias primas provenientes de occidente que iban a abastecer la Grecia Continental como caballos vénetos, estaño, ambar y grano de la zona de Pádua, lo cual era intercambiado por materias manufacturadas (Monte 2011: 56).

Para Monte todos estos movimientos políticos incluidas las fundaciones no serían más que un complejo proyecto para estabilizar una rica área comercial de las cuál se aprovecharía con esas nuevas colonias (Monte 2011: 57).

Sin embargo la carencia de estudios arqueológicos nos limita a aceptar fríamente las explicaciones de clásicos como Diodoro Siculo y Estrabón. Sin embargo, las posteriores políticas y tendencias de otros tiranos, nos indican una clara preocupación por controlar el mar y frenar la cada vez mayor presión cartaginesa, llegando a liderar las siguientes cuatro guerras Greco-cartaginesas (406-397, 382-368, 345-341, 315-388). Alcanzando complejas alianzas con galos, Cirene y el Egipto Ptolemaico destacando la gran campaña de Agatocles en África y el mismo asedio a Cartago entre el 311 y el 308 a.C. (Consolo Lagher 1996 pág. 151-152).

Su hegemonía y poder militar a partir de la muerte de Agatocles se debilitará, siendo incapaz de mantener las polis sicilianas que una a una se desvincularán de Siracusa. La hegemonía política será relevada por Epiro, y, tras la derrota de Pirro I, por Roma quién logrará el control de toda Sicilia en la Primera Guerra Púnica (264-241 a. C.) y en la Tercera (149-146 a. C.) derrotará definitivamente a la gran rival, Cartago.

Como se ha podido observar, buena parte de la información, especialmente del periodo helenístico, proviene de fuentes historiográficas más que arqueológicas, aunque G. Monti hace referencia a algunos estudios arqueológicos (aunque sin entrar a analizarlos) libros de importancia respecto la historia de Siracusa están basados en  interpretaciones escritos clásicos y numismática. De hecho sorprende que autores de los 80 como Salmon sean más críticos y cuestionen las fuentes con mayor dureza que otros más modernos. Es imposible y absurdo entrar a cuestionar la importancia geopolítica hegemónica de Siracusa, pero la falta de referencias arqueológicas de esas ocupaciones militares en otras polis, materiales comerciales en la misma Siracusa, entre otros restos en el occidente griego que evidencie esa influencia siracusanas nos puede hacer cuestionar hasta que punto las fuentes pueden haber exagerado y los autores modernos engrandecer y magnificar aún más su importancia basándose solo en suposiciones filológicas. 






[1] Aunque hay presencia de cerámica corintia anterior a la fundación de Siracusa, esta es demasiado anecdótica y insuficiente para afirmar una muy altamente improbable fundación comercial.
[2] Aun así, como todo sistema político-económico de la antigüedad, Corinto era plenamente agraria a pesar de ser uno de las principales industrias griegas, siendo los complejos industriales/artesanales solo una pequeña fracción de la producción y exportación corintia.
[3] Salmon comenta que aun siendo una noticia falsa, esta demostraría el alto valor del grano para los mercados de Corinto, ya que Hieron I se decidía a recompensar de esta forma una gran ayuda.
[4] Salmon hace estudios sobre la producción agraria de Corinto y sus carencias alimentarias respecto a su población. (Salmon 1984: 130-131).
[5] Como los desplazamientos demográficos y de artesanos hacia Siracusa y capitalización de esta.
[6] Citadas en las fuentes como Lissos, Issa, Pharos, Ancona y Adria. 


Bibliografía:

CONSOLO LANGHER, S.N. (1996): Siracusa e la Sicilia Greca: Tra età arcaica ed alto ellenismo. Società Messinese di Storia Patria, Messina. 

DOMINGUEZ-MONEDERO (2006): "Greeks in Sicily", en G.R. Tsetskhladze (ed.) Greek Colonisation. An Account of Greek Colonies and Other Settlements Overseas. Vol. I. Leiden. 253-357.

DUNDABIN, T.J. (1968): The Western Greeks: The history of Sicily and South Italy from foundational of the Greek colonies to 480 B.C, Oxford Universiy Press, Oxford.

KAGAN, D. (1958): Polithics and Policy in Corinth, 421-336 B.C. University Microfilms International, Michigan.

MONTE, G. (2011): La dynasteia di Dionisio I di Siracusa política ed economica. Tesi di Laurea: Università degli studi di Palermo, Palermo.

SALMON, J.B.(1984): Wealthy Corinth. A history of the city to 338 a.C. Clarendon Press, Oxford.

SANDERS, L.J. (1987): Dyonisius I of Syracuse and Greek Tyranny. Croon Helm, New York.



Carlos Palacín Copado